Batman se ha ido de esta tierra, está muerto.
Quizá sea necesario empezar de otra forma algo menos brusca. Quizá deba comenzar contando como conocí al ser que aquí yace. Resulta que aparte de ser ñoño con películas y libros, soy ñoño de comics. Desde pequeñin. Y me avergüenza aún, un poco, lo que explica el retraso en la escritura de este tributo. "Leía" las revistas de Mickey y el Pato Donald (más bien, mis papás me las leían), veía los Topaze de La Tercera (ya más grande, aunque no entendía nada, me encantaba comparar las caricaturas de los personajes aparecidos con las fotos a los seres reales que aparecían en el resto del diario) y, ocasionalmente, mis favoritos, los comics de superhéroes. A mis viejos no les gustaban mucho, al parecer, así que no los compraban mucho. Pero en el quinto básico, conocí a un compañero que tenía un quiosco de revistas o su tío tenía un quiosco de revistas o no sé, no me acuerdo como era el cuento. En fin, siempre llegaba con comics. El negocio era simple: yo le ayudaba con la tarea o le soplaba en las pruebas, y el me dejaba leer las cosas con las que andaba. Ahí, por supuesto, vi de todo -porno, terror, ciencia ficción, más porno (5to básico, señores)- y, por supuesto, superhéroes. Batman en específico. El gran Batman.
Batman era un personaje particular. Por todas las archi-repetidas razones por las que es particular: Su falta de poderes naturales, su "alma torturada", sus problemas psicológicos, su oscuridad, su inteligencia como arma principal, etc. Un grande, el buen Bruce, un hombre común con la valentía de salir a pelear conun ridículo disfraz para hacer del mundo un lugar mejor (quizá muy a su manera, es cierto, pero dentro de la fantasía del comic, se la compramos). De esta forma, el Hombre Murciélago representaba, a pesar de todo lo que podríamos cuestionar su salud mental, la superación humana, la posibilidad de mejorar un mundo que puede ser terrible, de generar bien, controlar el destino propio, incluso frente a las circunstancias, y por último, la posibilidad de hacer el camino inverso: no esperar que los dioses bajen con su poder a protegernos, sino que subir y ocupar el lugar en el que se han posicionado sin preguntarle a nadie, un lugar que a los humanos por derecho nos pertenece.
Me cae bien Batman...
Me caía.
En fin, crecí. La mezcla entre ese invento maravilloso que es internet y el poco tiempo que me deja la U para poder leer novelas (ok, mala excusa, pero...) me han permitido volverme el lector fanático de historietas que siempre quise ser. Y entre tanta crisis y tanta tortura y estupidez en el mundo de los superhéroes, me volqué a otras lecturas, ya sean novelas gráficas como Maus o comics independientes como Ghost World. Sólo ocasionalmente volvía a entrar al colorinche mundo de los metahumanos. Hasta que a alguien en la DC Comics se le ocurrió que era una buena idea matar al buen Bruce.
No voy a dar muchos detalles. Sólo diré que en el evento Final Crisis, en el tomo 6, el Caballero Oscuro se enfrenta al gran enemigo de la serie, el villano Darkseid, que está a punto de destruir/dominar el universo y eliminar a todos los héroes, tal como siempre,pero ahora mucho más violento. Y lo enfrenta utilizando lo que siempre rechazó: un arma de fuego, que contiene una bala especial para matarlo. Y que se atacaron mutuamente. Y que un arma de fuego, así como empezó la historia de Batman, también la terminó.
Como podrán suponer, he estado en una obsesiva lectura de comics de Batman en estos momentos. He descargado Final Crisis, y Batman R.I.P., además de "la batalla por la Capucha" que definirá quien será el nuevo Batman. También una surrealista historia llamada "Whatever Happened to The Caped Crusader?", una especie de despedida de parte del gran escritor Neil Gaiman. Y he releído historias antiguas, como "La Broma Asesina". Raro, siempre esperé que si llegaban a matar a Batman, lo harían durante una batalla contra el Joker. En fin, su muerte fue bastante más digna.
Bueno, ya no está. Ya no hay más Batiseñal en el cielo. Ya no hay una sombra protegiéndonos de los peligros que acechan en cada esquina. Ya no está la imagen que infundía terror en el corazón de los criminales, mientras fortalecía el espíritu del hombre común. Ya no está el símbolo de valentía, superación, autodominio. Sin el contraste de su oscuridad, el mundo empieza a verse más oscuros. Porque el que absorbía la oscuridad en sí mismo, haciendo a nuestro mundo más luminoso, se ha ido.
(De todos modos, querido y joven lector, no es hora de desfallecer, porque más rápido de lo que cae un rayo, el Cabellero de la Noche, el Cruzado Enmascarado, ese valiente campeón que lucha incansablemente contra el crimen, volverá a la vida, en algún poco creíble arco argumental salido de la mente de algún mal pagado guionista de historietas norteamericano. La pregunta es, ¿cuándo?)
